LA MAGIA

Érase una vez, unas chicas que se llamaban Flor y Lidia. Vivían en un pueblo muy bonito que se llamaba Plantasmil.
En Plantasmil había muchísimas plantas, de todas formas y colores, de todo tipo de plantas. Todas las tardes, Flor y Lidia salían a pasear.

Un día se encontraron por la calle a un chico muy raro. Era alto, llevaba el pelo muy corto y de color azul, vestía de negro y llevaba gafas oscuras. Flor y Lidia se quedaron muy extrañadas y decidieron seguir a aquel tipo. Recorrieron medio pueblo siguiendo al chico, hasta que al final, llegaron a una pequeña tienda. Flor y Lidia nunca se habían fijado en aquella tienda tan extraña…
Entraron muy sigilosamente, aunque por fuera parecía pequeña, era bastante grande. Era oscura, tenía altas estanterías llenas de frasquitos con líquidos de muchos colores. En el mostrador había una figura bajita, parecía un niño pequeño. Flor y Lidia se acercaron y descubrieron que no era un niño, sino una anciana.
Hola chicas, os estaba esperando -dijo la anciana-
Hola -respondieron a media voz-
No tenéis de que asustaros, no os voy a hacer nada.
Después de un momento de silencio…
Supongo que queréis saber quién soy -dijo la anciana- Me llamo Marga, y soy la dueña de esta tienda.
Encantadas de conocerla -respondieron Flor y Lidia- ¿Qué vende usted? -pregunto Lidia
Vendo pociones, hechizos, todo tipo de cosas mágicas. -respondió Marga-

¿Quién ese chico del pelo azul? -pregunto Flor-
Es mi nieto, Felipe. -contestó-
Aquel día, Flor y Lidia, descubrieron que la magia existía y además se hicieron muy amigas de Felipe y Marga.

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